domingo, 3 de febrero de 2008

La Subjetividad de la Transición

El Miedo, el factor determinante.
Análisis del boinazo, una jornada que marcó la transición a la democracia en Chile.

Introducción.

El día cinco de octubre de 1988, se inicia en Chile, la transición a la democracia, del gobierno dictatorial encabezado por Augusto Pinochet, al de la Concertación de Partidos por la Democracia, que asumiría el poder el 11 de marzo de 1990; teniendo como líder al Demócrata Cristiano Patricio Aylwin.

La transición ahí iniciada muchos la han catalogado de pactada, por las negociaciones que hubieron entre el régimen saliente y la oposición, que llevaron a plebiscitarlas en mayo del año 1989.

Cuando la Concertación de Partidos por la Democracia asume el poder en 1990, sabía que tenía que lidiar con las trabas institucionales que había colocado el régimen en la Constitución, que hizo aprobar en 1980, como: los Senadores designados, el Concejo de Seguridad Nacional (compuesto por los militares, con carácter resolutivo), la inamovilidad de los Comandantes en Jefe de las Fuerzas Armadas y de Orden, la ley de amnistía para los delitos de derechos humanos que dejaban un mínimo margen de acción a las nuevas autoridades elegidas, el modelo de desarrollo económico neoliberal etc.
Es así como se configura el gobierno de Patricio Aylwin, con un margen de maniobra muy reducido y así lo entendieron algunos miembros de la oposición como Andrés Allamand que convocan y configuran la “democracia de los acuerdos” que consistía en la negociación permanente entre gobierno y oposición, pero sobre todo en materias que los dividieran profundamente, esto es para proteger la transición.

“El silencio (de la transición), sin embargo, parece ser mucho más profundo. La transición desde sus comienzos en 1988, ha estado condicionada por la discreción la reticencia y la elipsis. Si el mutismo es el saldo que arroja la transición chilena, no es porque ésta sea especialmente efectiva, sino porque, desde un comienzo, lo que se ha propuesto es pasar lo mas desapercibida posible, al punto que no se pregunta si es tal “[1]
Lo que nos dice Jocelyn Holt arriba es lo que tratamos de demostrar, que la transición a la democracia se hizo de una manera demasiado prudente, que la sociedad chilena no cambio, los enclaves autoritarios anteriormente mencionados a la fecha (año 2000) continuaban, algunos hasta el día de hoy 2007 continúan.

En la transición también hubo hechos que elevaron la tensión entre las partes (Concertación V/S partidarios del régimen militar, Ejército, encabezado por Pinochet) que muchas veces se pensó que podían poner en riesgo la transición o la democracia, el que vamos a analizar en este trabajo, se trata del “Boinazo”, un hecho ocurrido el día 28 de mayo de 1993, que encendió las alarmas de un posible fracaso de la transición y movilizo a todo el gobierno y la clase política concertacionista, para evitar que esto ocurriera.
Pero no nos engañemos aquí no vamos analizar la cronología del Hecho, sino su lado subjetivo, del sentimiento humano, del MIEDO, que causo en muchas personas que la naciente democracia se pueda ver quebrantada y sus vidas amenazadas por este hecho.

[1] Alfredo Jocelyn Holt: Espejo Retrovisor; Editorial Planeta/Ariel, Santiago de Chile, año 2000, capitulo VIII, pagina 123. (el paréntesis es mío)
El Miedo, el factor determinante.
Análisis del boinazo, una jornada que marcó la transición a la democracia en Chile.

El “Boinazo”, ocurrió el día 28 de mayo de 1993, consistió en que grupos paracaidistas y de fuerzas especiales del Ejército rodearon el edificio de las Fuerzas Armadas con sus boinas negras (de ahí boinazo). Esta alarma militar, se desató en protesta por los “pino-cheques”, y la inminente falló adverso en la justicia para Augusto Pinochet Hiriart; “por haber recibido tres millones de dólares del Ejército por concepto de la venta irregular de la empresa de armamentos. -noticia entregada en exclusiva por el diario La Nación esa misma mañana- motivaron la asonada”[1].

Como dije más adelante, este fue un choque de fuerzas de manera dialéctica entre el nuevo poder democrático y el ejército, bastión de poder del General Augusto Pinochet, así lo refleja la columna de María Eugenia Oyarzún[2]
Esta dice así “alguna vez el general Pinochet hizo una analogía, diciendo que el Ejército es como un “león dormido”, que reaccionaban solo cuando lo molestaban”, es decir el ex dictador advertía al poder político, que se estaba metiendo en un lugar donde no le correspondía, estos son materias del Ejército y en especial de la familia Pinochet.

Pero algunos políticos no querían respetar este acuerdo y seguían con intentos de investigar los actos que habían ocurrido con anterioridad al 11 de marzo de 1990, es un ejemplo lo hecho por el entonces diputado de la Concertación Jorge Schaulsohn “estos documentos acreditan de manera fehaciente que el general Augusto Pinochet tenía conocimiento pleno de la situación planeada por el en la venta de la empresas de armamentos “Valmoval” al Ejercito de Chile[3] .
Al correr de esto, como era de esperarse ante los ataques del nuevo oficialismo, el poder fáctico que era el Ejército reacciono demostrando su fuerza.
Si voy analizar el miedo, en este hecho histórico de la transición, me detendré a hacer un análisis de las fuerzas que aquí actuaban, por una parte estaba el Ejercito con Augusto Pinochet, el poder empresarial que se vio beneficiado con su gobierno, la votación obtenida en el plebiscito; por otro lado la Concertación de Partidos por la Democracia, contaba con el poder político legítimamente ganado, el prestigio de la comunidad internacional, por haber derrotado a una dictadura “con las armas de la paz”. Así se desarrolló la transición chilena a la democracia.
El boinazo se enmarca dentro de esta lucha, la Concertación tratando de investigar las irregularidades y el ex dictador movilizando sus fuerzas para evitar una investigación que pueda afectar sus intereses.
“Hobo algunos políticos nerviosos por el despliegue del Ejercito, pero si bien la acción militar no alcanzó a “constituir ejercicios de enlace”, al menos fue una inequívoca señal hacia La Moneda y el Parlamento sobre el sentir de esa rama de la Defensa”. [4]
El sentir de esa rama de la Defensa nacional sentía la provocación del sector político, como desafiante a involucrarse en cosas que a ellos no les parecían de su incumbencia, es por esto que se lanza esta advertencia, que cae como un balde de agua fría, para los políticos recontándoles el poder de “ese león dormido”
El Ministro Secretario General de Gobierno de ese tiempo Enrique Correa, señalo que si se percibió el viernes 28 de mayo “un movimiento en el ejercito que pudiéramos llamar inusual”[5] , es decir la preocupación era evidente, se generaron reuniones de emergencia, y también el Vicepresidente de ese entonces[6] Enrique Krauss advirtió que “las relaciones con el Ejercito son objetivamente tensas”[7].
Aquí podemos decir que el León despertó y las autoridades trataron de comenzar a controlar la crisis, primeramente en secreto, es por eso que Enrique Correa niega las negociaciones con el Ejército para luego reconocerlas.
“No hay negociación entre el Ejecutivo y el Ejército”[8], es decir se niega primeramente el estado de crisis, aquí va una pregunta que se le hace al mismo ministro, ¿Por qué el Ejército, dictó estado de alerta en sus unidades?; El Ejército ha desmentido formalmente tales estados de alerta, nos atenemos a su explicación[9].
Aquí se quería dar señales al país de que todo estaba bajo causes normales, de que todo estaba normal pero lejos de eso, estaba los parlamentarios de la Concertación; por ejemplo Mario Papi, Presidente de la Social Democracia, declaro que: “si la situación fue en realidad un acuartelamiento le parecía “grave y preocupante”[10], porque agrego que los canales institucionales por donde se dirigen y dirimen los conflictos tienen que estar funcionando, así coincidió: Gutenberg Martínez, Germán Correa, ambos dirigentes de los dos más grandes partidos de la Concertación, la Democracia Cristiana y el Partido Socialista respectivamente.

Pero otros dirigente de la Concertación comenzaron a reconocer que la situación es anormal; Jaime Estévez (PS) declaró a La Segunda “Es evidente que se ha quedo dar una señal”; “es una curiosa coincidencia que cada vez que sale a la luz el tema de los “pino-cheques”, tengamos movimientos raros”, que estos son hechos desproporcionados que generan alarma pública.” Es decir aquí se reconoce que la situación es anormal, que se estas viviendo horas criticas, desde el exterior Aylwin descarta que la transición corra peligro, y deja todo en manos de su Vicepresidente Krauss[11].
Dentro del gobierno se han destacado versiones de un nuevo “ejercicio de enlace “, ello sin ninguna confirmación[12]
En estos párrafos podemos ver que la tensión iba aumentando, se reconoce el miedo, se reconoce la anormalidad, se acepta que existe inquietud en el Ejército, que hay que actuar, es decir la relación de tirante entre Gobierno y la institución castrense no puede seguir así
Las Fuerzas del Ejército además tenían miedo de una reforma que venía en trámite a la cual el gobierno insistía, en que el Presidente de la República en su calidad de jefe de Estado podía llamar a retiro a sus oficiales con la venía de su Comandante en Jefe, lo cual según ellos iba a politizar sus instituciones.
Es decir en el análisis que llevamos hasta aquí podemos ver, como los factores que atemorizaron, que cundió el miedo, es por esto que actuaron rápidamente los actores implicados como analizaremos más adelante, es decir se movilizó todo el gobierno, Enrique Correa que estaba de gira regional vuelve raudamente a Santiago, los políticos (de ambos sectores) se sentaron a discutir sobre lo que estaba pasando, para poder normalizar las cosas y negociar con el “León Dormido”, además se suman otros casos que implican una crisis en la Derecha debido al espionaje que fueron victimas Evelyn Mathei (RN) y Sebastián Piñera (RN), que acumularon una tensión, que no estaba teniendo las válvulas de escape necesarias y que en cualquier momento podía estallar.

El general Pinochet prosiguió con las amenazas pero de manera simbólica, mientras un grupo de estudiantes protestaba en las afueras del edificio de las Fuerzas Armadas, e insistían en dejar una carta para el Comandante en Jefe del Ejército, “este visitó unidades militares que se encontraban en alerta, así como la Escuela Militar, el Comando de Telecomunicaciones, la Escuela de paracaidistas y Fuerzas Especiales y los regimientos Tacna y de Caballería Blindada Los Libertadores.
Posteriormente llego a la Escuela Militar, cerca del Mediodía. Allí la revisó las tropas después que fue izada la bandera de cinco estrellas correspondiente a su investidura de Capitán General”[13].
La revisión de las tropas y recorridos rápidos y raudos por todas las unidades del Ejército son cosas que habitualmente no se hacen, en una columna del diario La Tercera, temía por una posible repetición del “ejercicio de enlace”, que consistió en una acuartelamiento “grado 1”[14] de todas las unidades de la institución, por la furia de Pinochet que estaba siendo investigado ya por los negocios de su hijo y las violaciones a los derechos humanos y esto último agotó su paciencia.[15]
Uno de los principales asesores el Coronel ® Cristián Labbé, emitió declaraciones al diario La Nación[16] , “lo ocurrido en la sede de la Comandancia e Jefe del Ejército fue un “téngase presente”, a los sectores políticos, “que abusan a mi juicio, de la actitud estoica, paciente de las Fuerzas Armadas”, podemos recoger de las palabras de este militar en retiro y ex ministro de Pinochet, sí, cuidado, los militares están molestos con los políticos que había que reaccionar ante las provocaciones por las investigaciones que se estaban realizando a las operaciones institucionales y a la insistencia del gobierno por reponer una indicación que modifica la Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas, que había sido rechazada por los Comandantes en Jefe y el General Director de Carabineros, se puede sumar a las reacciones por este suceso las hechas por la Iglesia Católica a través de sus máximas autoridades en Chile, el Cardenal Carlos Oviedo , que el no desconfía de las Fuerzas Armadas, y evito referirse a los sucesos del viernes pasado, pero si reaccionó Monseñor Cristian Caro que dijo “que la falta de claridad y transparencia con que actuó el Ejercito, es lo peor cuando no hay conocimiento de las cosas, hay canales normales para presentar las inquietudes en el país en una república”, Andrés Allamand en ese entonces Presidente de Renovación Nacional también declara que el “Desencuentro con el Ejército debe canalizarse”[17].

Es aquí donde se da cuenta de que la normalidad institucional estaba lejos por llegar, había inquietud y desconfianza misma entre los actores que vivieron esta transición, además por todas las reacciones de carácter institucionales (gobierno, Fuerzas Armadas, Iglesia Católica, partidos políticos) que suscitó este hecho estamos lejos de decir que fue un suceso menor dentro de nuestra transición, sino que verdaderamente fue un choque, que se canalizó de manera rápida, pero que sembró inquietud en la sociedad chilena de ese entonces.
En la prensa de relata que en el gobierno de vivieron horas tensas y agitadas, se vio entrar raudamente al diputado socialista Jaime Estévez, el Senador Ricardo Núñez, que declaran que cuando hay algo anormal en el edificio de las Fuerzas Armadas, coincida con noticias de los Pino-cheques.

Ascanio Cavallo un conocido periodista, autor de dos libros sobre el régimen militar y la transición en una columna para el diario La Época escribió: “la tensión no ha sido nueva ni novedosa, se venía arrastrando por meses, con una diversidad de fuentes y argumentos, lo que se produjo el viernes fue una “cristalización”, una conjunción de factores previsibles y azarosos, ante los cuales el mando militar se sintió hostigado y provocado”[18].
De la cita anterior, puedo afirmar que el boinazo, fue una válvula de escape de los mandos militares, hacía el poder civil, es decir prefirieron lanzar una advertencia, antes que una acción militar mayor que pudiera perjudicar a la institución, o más que a la institución, muchas veces la “casería de brujas” hacía Pinochet y su núcleo cercano, además de agentes de la Dirección de Inteligencia Nacional, y es por eso que se sentía con miedo y no dejó la institución posterior al cambio de mando de 1990, ya que se podrían abrir procesos en su contra y mantuvo el cargo para usar al Ejército como su último bastión de mando protector que podría permitirle negociar con las nuevas autoridades.
En tanto también hubo maniobras de distracción, el diario de mayor circulación, nacional, pero sabido que es ligado a los sectores empresariales y fácticos del periodo y sus principales titulares todos los días fueron que todo estaba bajo control y que eran exageraciones del poder civil por ejemplo:

“Ola de Rumores por Conferencia de Generales”[19]
Hay estado de absoluta normalidad en el país, revelan todas las fuentes.

El diario anteriormente citado, también nos dice, que se creo un ambiente anormal por una habitual reunión de generales, que las medidas y el pánico generado, solo habían sido reacciones, de tipo histéricas.

Analizando y además por todos los antecedentes entregados durante este trabajo, responden mi pregunta de investigación, hubo miedo por ambos lados, como dice Ascanio Cavallo en su columna en la Época, la tensión estuvo de mucho antes, yo afirmo que esa tensión estuvo desde mucho antes, partiendo cuando se produjo el cambio de mando, y las acciones como el boinazo que analice aquí en mi trabajo son válvulas de escape, para negociar bajar la tensión, porque una acción militar, podría costar mucho y ese es el miedo, para ambos sectores, para la Concertación haber fracasado en su intento de conducir la transición de manera exitosa, además del exilio o represión de sus dirigentes, pero además estaba la deuda moral con el hacer justicia que la empujaba a presionar a los sectores militares, estos últimos tenían miedo de que la pérdida de poder, condujera a la oposición a abrir juicios en contra de Pinochet y de los oficiales de Ejército, o la derecha que representaba sus intereses perdiera en el parlamento y se pudieran empezar a hacer reformas que destruyeran el legado institucional o la obra del régimen militar.


Conclusión.

La transición chilena a la democracia, no estuvo exenta de sobresaltos y tensiones, el Boinazo que analizamos en este trabajo es uno de esos tantos eventos que hicieron a las autoridades y al poder militar sentarse a la mesa y negociar.

La transición la definimos como un choque dialéctico entre dos fuerzas antagónicas, las del régimen saliente que querían mantener los privilegios pactados (ya lo detallamos ampliamente en el trabajo) y la Concertación que tenía que cumplir con lo prometido y con las aspiraciones de los votantes.
Es así como se dio el proceso dialéctico, entre estas dos fuerzas antagónicas que tenían sus aprensiones, desconfiaban los unos de los otros porque en cualquier momento podía perjudicarse o un actor asumiera más poder y pusiera en desventaja al adversario.

Es así que tomamos para analizar la coyuntura del Boinazo que ocurrió el 29 de mayo de 1993, cuando el Presidente de entonces Patricio Aylwin se encontraba de gira por los países nórdicos y Rusia, se puso en jaque a la clase política del momento, al vicepresidente Enrique Krauss y a toda la Concertación, es en estos instantes donde el miedo en su forma más humana se apodero de estos actores y los hizo transar en bien de la “gobernabilidad y la estabilidad democrática”, es por eso que puedo afirmar finalmente que el miedo de ambas partes llevo al pacto y a las negociaciones para que estos hechos no interrumpiera el proceso de transición y tampoco pusieran en jaque el equilibrio de poder.


[1] http://es.wikipedia.org/wiki/Boinazo
[2] Maria Eugenia Oyarzún, Columna en el Diario La Tercera del 30 de mayo de 1993.
[3] La Tercera 29 de Mayo de 1993.
[4] La Tercera, 30 de mayo de 1993.
[5] La Nación 30 de mayo de 1993.
[6] Recordemos que Patricio Aylwin, Presidente de la República en ese entonces se encontraba de gira por Europa y Asía
[7] La Nación, 31 de mayo de 1993.
[8] La Tercera, 30 de mayo de 1993.
[9] Ídem.
[10] La Tercera, 29 de Mayo de 1993.
[11] La Segunda, 28 de Mayo de 1993.
[12] Ídem.
[13] La Nación, 30 de mayo de 1993
[14] Este grado significa, que ningún efectivo puede retirarse de su lugar en el regimiento, ¡hasta nuevo aviso!
[15] La Tercera, 29 de mayo de 1993.
[16] La Nación, 30 de Mayo de 1993.
[17] Ídem.
[18] La Época, 30 de mayo de 1993.
[19] El Mercurio, 29 de mayo de 1993

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