sábado, 16 de febrero de 2008

Historia Antigua

“Después de las largas y enconadas guerras que condujeron a la creación de la confederación itálica, Roma se convirtió en una de las potencias más fuertes del mundo civilizado. Su fuerza militar era más considerable de cual otro de los imperios de oriente […] Roma podía presentar un ejercito tan adiestrado como numeroso constituido por ciudadanos y aliados que luchaban no por dinero u obligación sino por la decisión voluntaria del conjunto de los ciudadanos romanos”

M. Rostovtzeff. Roma de los Orígenes a la Última Crisis
Capítulo V Roma y Cartago



“Después de las largas y enconadas guerras que condujeron a la creación de la confederación itálica, Roma se convirtió en una de las potencias más fuertes del mundo civilizado. Su fuerza militar era más considerable de cual otro de los imperios de oriente […] Roma podía presentar un ejercito tan adiestrado como numeroso constituido por ciudadanos y aliados que luchaban no por dinero u obligación sino por la decisión voluntaria del conjunto de los ciudadanos romanos”

M. Rostovtzeff. Roma de los Orígenes a la Última Crisis
Capítulo V Roma y Cartago


La moneda romana empezó a circular en toda la península. Roma cubrió el territorio con una basta red de camino. La Via Appia y su prolongación, la Via Popilia comunicaban a Roma con el sur de la península. La Via Aurelia y la Via Emila Scauri unían a Roma con Toscaza y Genova. La Via Flaminia cruzaba los Apeninos y establecía la comunicación con el Mar Adriático.[1]
La conquista del mediterráneo. Cartago, la poderosa ciudad fenicia en el norte de África, vio con honda preocupación el avance de Roma hacia el sur. Roma, por su parte, para completar el dominio sobre Italia necesitaba del control sobre sus mares e islas adyacentes. Ambas potencias se disputaron la posesión de Sicilia. La primera Guerra Púnica, que duró 23 años (264 – 241 a.C.) obligó a Roma a convertirse en potencia naval. Roma pudo vencer por mar y tierra y se apoderó de Sicilia.
A los años siguientes, Roma ocupó Cerdeña, sentó pie en Iliria y Epiro y conquistó e inició la colonización de la llanura del Po, y la Galia Cisalpina.
Amílrcar Barcas, prestigioso general Cartaginés comenzó la perdida de Sicilia y Cerdeña mediante la conquista del sur de España.
Sus ricas minas de plata y sus valientes habitantes, los belicosos celtíberos, debían proporcionar a Cartago los materiales minerales y humanos para triunfar sobre Roma.
El hijo de Amílrcar, Aníbal, quien en su niñez juró jamás ser amigo de roma, en la adultez se transformó en uno de los más importantes enemigos de toda la historia romana.


Este fue el contexto que dio origen a la Segunda Guerra Púnica, iniciándose una etapa clave para Roma; pilar en la conformación de su mentalidad imperialista.
Trabajaremos este proceso desde la perspectiva romana, intentando establecer, más allá de cualquier justificación romántica, las causas de orden económico – comercial que generaron éste conflicto; con la convicción de que sólo la cuestión económica es “la” justificación de la guerra, la geopolítica, el honor, y cualquier otra arista está supeditada a este factor.
Para desarrollar esta investigación utilizamos fuentes primarias, como Polibio y Plutarco, y secundarias como Rostovtzeff y Buono – Core, intentando a través de la contratación de diferentes líneas investigativas establecer nuestra propuesta, la que es ampliada en las paginas siguientes y que puede ser revisada por el lector, de quien agradeceremos enviarnos sus importantes observaciones, criticas o consultas.


Economía el Motor Romano
Análisis de los Antecedentes de la Segunda Guerra Púnica

Pese a que las fuentes estudiadas hablan de que Cartago inició las hostilidades de la Guerra Anibalica, podemos ver claramente que tanto los púnicos como los romanos mantienen un marcado sentido imperialista en las acciones que se suceden en esta guerra.
Cartago, que se vio profundamente afectado por la pérdida de la Primera Guerra Púnica, inició a través de Amílcar Barca un proceso de preparación de un ejército para iniciar una guerra de reivindicación. Pero será su hijo, Aníbal Barca, quien asuma el mando, en el año 221, tras la muerte del anterior comandante Asdrúbal, del ejercito cartaginés emplazado en España “el nuevo general comenzó inmediatamente a preparar la guerra contra Roma y a estudiar un plan para invadir Italia”[1], antes de marchar con dirección a Italia toma durante ocho meses Sagunto, aliada romana en España, la cual, tras enterarse de este agravio, declara inmediatamente la guerra a Cartago.
Polibio es uno de los primeros referentes para trabajar nuestra propuesta. El plantea: “Aníbal al preparar el avance contra Roma tomo sus previsiones acerca de la seguridad de las operaciones en África y en España”[2]. Había investigado exhaustivamente la fertilidad de la tierra situada al pie de los Alpes y alrededor del Po, Aníbal desarrolló sus planes no como éstos escriben, son con un alto sentido práctico: había averiguado de modo concluyente la fertilidad del país al que se proponía acudir, la aversión de sus habitantes contra los romanos, y para el paso de los lugares intermedios difíciles se había servido de guías y de unos jefes indígenas que iban a participar de sus mismas esperanzas.
Aníbal al cruzar los Alpes y sortear la resistencia de los Alóbroges y atacó sus ciudad se hizo de una gran cantidad de provisiones, además de gran abundancia de trigo y de ganado para dos o tres días y por sobre todo infundió temor a las tribus vecinas, de manera que los habitantes de las proximidades no lo molestaron en su ascensión.[3]

Aquí nos podemos dar cuenta que tanto Aníbal como Roma desde el principio de la guerra son el motor del conflicto.
Otra fuente a la que recurrimos, Raúl Buono-Core V. a través de su investigación nos permite inferir de forma clara la presencia del factor económico en la Guerra Anibalica; Por ejemplo cuando plantea que Aníbal, pretendía levantar los pueblos que se encontraban “bajo el yugo romano”, quebrando las alianzas y los protectorados que Roma detentaba con diversos pueblos de la península, generando un clima Anti-Romano. Sin embargo esto no ocurrió de manera exitosa, ya que los pueblos de la Península Itálica, que habían vivido un proceso de romanización, recibieron de este toda una forma de organización, que les permitía darse cuenta de lo benéfico y ventajoso de contar con la protección de Roma.[4]
De hecho podemos inferir que para los gobernantes de estas ciudades era muy lógico apoyar a Roma, a la que le debían el éxito y el poder del que disfrutaban.
Pero uno de los factores más importantes es que todos los pueblos que se relacionaban con Roma, se encontraban beneficiados económicamente gracias al dominio romano en los tres mares que circundaban la Península Itálica, lo que les brindaba importantes ventajas de tipo político y económico . Las posibilidades de los comerciantes y armadores se veían incrementadas en este modelo.[5]
Como contraparte a las alianzas y a los protectorados de Roma, surgieron diversas redes de interés, que se intensificaron ante la posibilidad de que Roma reabriese la llanura Padana a los comerciantes etruscos y griegos que tradicionalmente acudían a comerciar a esa zona; Sin embargo, en el transcurso de la guerra, Aníbal tras los desastres romanos en las batallas de Ticino y Trebila, obliga a los romanos a desalojar la llanura Padana, abandonando uno de los puntos más importantes de donde ejercían su hegemonía.[6]
Tras esto, Roma se dedicó a aumentar el número del ejército para frenar el avance cartaginés a Etruria. Pese a que estas derrotas significaron un deterioro a la imagen internacional romana, la mayoría de las legiones se mantuvieron leales a sus acuerdos, y en los momentos de debilidad Roma no alteró en ningún momento las relaciones con sus aliados.
Una de las estrategias utilizadas para impedir el avance de Cartago fue la de instalar guarniciones o sitios fortificados y colonias durante los años anteriores. Cuando estalló la guerra estas posiciones fueron clave en la defensa de sus territorios, logrando de cierta forma, mantener vivo el espíritu de lucha romano y estado psicológico de sus aliados. De esto podemos desprender que los romanos tenían claridad en la necesidad de proteger los intereses de su ciudad, y los de sus aliados, lo que les llevó a prever sistemas defensivos para casos de guerra.[7] Dentro de una visión pragmática podemos decir que el proteger una plaza necesariamente implica gastos, y solo se justificaría un proceso de expansión y retención de esos territorios si es que estos territorios son capaces generar recursos para cubrir esos gastos inicialmente, para luego aportar un beneficio constante, viendo a la guerra como una empresa que debe, necesariamente, generar riqueza.
En el año 216 a.C. los romanos fueron sufriendo un desplome en su imagen de protector, ya que la batalla de Canas, significó mucho más que la derrota del ejercito, sino que represento un fracaso de táctica y estrategia, asuntos que hasta esa fecha los romanos habían demostrado no tener, a demás fue conocido los contactos que Aníbal sostenía con Filipo V de Macedonia, y la incertidumbre por la posibilidad de que se iniciara un nuevo frente complejizaba la situación, y generó que las ciudades que tradicionalmente eran hostiles se levantaran. Pese a toda esta situación adversa, la Magna Grecia se mantuvo fiel a los intereses romanos, así como las colonias latinas que resistieron después de la batalla de Canas[8].
Fue así, como Siracusa traicionando los tratados que tenia con Roma se alió a Aníbal, “en convencimiento de que las debilidades romanas serian definitivas”, afiliándose a quien pensaban sería el vencedor; no es muy difícil inferir que en caso de victoria cartaginesa, Siracusa se viera beneficiada por la influencia comercial – económica que se generaría en las nuevas colonias púnicas, así como las provincias latinas ya se habían visto muy favorecidas por la influencia romana.[9]
Pese a que en términos técnicos el plan inicial de Aníbal se cumplió, (generando una “crisis traumática”) esto no fue relevante para el curso de la guerra, ya que la mayoría de los pueblos aliados se mantuvieron fieles a sus tratados.[10]
No podemos desconocer la importante acción que tuvo la romanización en la mentalidad de las ciudades que Roma anexó o alió a su causa. De hecho el sentimiento complicidad para con los romanos podría haber propiciado un sentimiento de unidad común que condiciona el mantenerse fiel a un “socio” que se encuentra en un “período mala racha”, y que en algún momento anterior benefició tan grandemente la situación de todos sus vecinos. Esto nos parece un complemento para defender el argumento de la economía cómo base para justificar toda la Segunda Guerra Púnica. Maquiavelo decía que “[…] una persona puede soportar bastante bien la muerte de su progenitor, pero la pérdida de su patrimonio puede llevarlo a la desesperación”[11]. ¿Es posible justificar la lealtad de los aliados romanos solo por el factor “amor”?, pensamos que tras este lazo filial, que es real y no discutimos, existe un convencimiento generalizado por parte de todos los aliados de que Roma fue capas de mejorar el estándar de vida de todos, a través de su sistema de organización. Este estándar social más evolucionado propiciado por la influencia romana, sin ligar a dudas debe ser sostenido por parte por una fuerte política de relaciones diplomáticas, pero a demás, por meticuloso desarrollo de las actividades económicas, como el comercio, para generar las divisas para sostener a las estructuras gubernamentales que sustentan el sistema.
Al parecer los dos bandos deseaban derrotar de cualquier modo al adversario incluso si esto le costaba a Roma destruir sus propios campos de cereales “los cuales eran incendiados, los viñedos y los huertos talados y el ganado robado […]”[12] todo esto con motivos militares. Pues Roma sabía que en momentos de crisis se pueden o deben utilizar todos los recursos disponibles para la victoria final; debido a que ésta reporta siempre mayores ganancias a las arcas estatales, a través de la venta de los prisioneros de guerra como esclavos, la explotación de los recursos de las zonas conquistadas, entre otros. En definitiva, Roma está consiente de que al poner todo en juego, a la larga va ha alcanzar el nivel que tanto añora.
Esto ocurre el año 201 a.C., cuando se enfrentan los ejércitos de Aníbal y Escipión, dando por victorioso a las huestes romanas, siendo esto para Aníbal, su primera derrota y su última batalla.
Tras esto, el mismo Aníbal anuncia a sus superiores la derrota definitiva de Cartago en esta Guerra, dejando a su nación con una única opción, someterse al poderío de Roma, y aceptar sus condiciones de paz. Condiciones que incluían fuertes compensaciones económicas, las cuales consistían en diez mil talentos en el plazo de diez años, además de la entrega de las minas.
De la suerte de Aníbal, los antiguos tienen versiones encontradas. Plutarco en las Vidas paralelas, cuando se refiere al final de la vida de Tito Quinto Flaminino hace mención de las posibles muertes que pudo sufrir este General Cartaginés.
“Algunos dicen que rodeándose el manto al cuello, y mandando a un esclavo que mandando a un esclavo que apretando con la rodilla en la cintura tirase con fuerza, haciéndolo este así, le detuvo el aliento y lo ahogó; Pero otros son de sentir que, imitando a Temístocles y a midas, bebió sangre de toro. Livio Refiere que llevando consigo un veneno lo deslió, y que al tomar la taza prorrumpió en estas palabras: ‘Soseguemos el nimio cuidado de los romanos, que han tenido por pesado e insufrible el espantar la muerte de un viejo desgraciado’”[13]

Volviendo a nuestra hipótesis inicial, en donde proponemos que la causa de las hostilidades bélicas en la segunda guerra púnica es de orden económico, y que cualquier otra causa queda supeditada a este factor; creemos que con los puntos expuestos, se puede ya hablar de una “demostración previa”. Y bien decimos demostración previa, ya que entendemos que es necesario realizar un trabajo mucho más extenso, evaluando una mayor cantidad de fuentes primarias y secundarias; lo que no quita que consideremos lo ya trabajado como una base lo suficientemente sólida, como para inferir que la hipótesis podría comprobarse cabalmente.

Observaciones Finales
Hemos intentado demostrar fehacientemente que el factor económico es la causa principal de la Segunda Guerra Púnica. Pero como hemos mencionado al finalizar el desarrollo de nuestra investigación, no nos sentimos aun capaces de aseverar esta afirmación con la solidez de todos los argumentos entregados por el análisis las fuentes, ya que consideramos que, para lograrlo, deberíamos “enfrascarnos” en una investigación que abarcara más corrientes historiográficas, incorporando una mayor cantidad de fuentes primarias y secundarias, estableciendo, por ejemplo, por batalla, cual podría ser el fondo económico que la sustenta, o buscando en la totalidad de las acciones los resultados finales de los que pueden desglosarse una clara incidencia económica, tal vez oculta por la máscara de otro fin menor.
Sin embargo, como ya lo hemos enunciado, pese a las características de esta investigación, dentro de las cuales encontramos el ser alumnos de primer año de historia, el desconocimiento de los posibles autores que representen fuentes relevantes, y por que no decirlo, el limitado, por no decir nulo, manejo de idiomas como el italiano, ingles, latín, griego antiguo, etc… Nos encontramos conformes ya que efectivamente realizamos el ejercicio de “meternos en la fuente”, o de “intentar ver con los ojos de los protagonistas”. No obstante las dificultades ya descritas.
Sentimos que esta investigación ha servido a nuestra formación como investigadores históricos, ya que nos ha puesto a prueba en una situación complicada, pero no por eso menos entretenida, y sentimos que nuestras expectativas iniciales, y con esto nos referimos a los “sentires” más profundos de cada integrante de el equipo de trabajo, han sido cubiertos cabalmente.

Para concluir, queremos mencionar que el rigor con que hemos desarrollado esta investigación, ha reafirmado nuestra convicción de que somos historiadores,… pese a que aun nos falta por leer… demasiado.


Bibliografía


1. M. Rostovtzeff. Roma de los Orígenes a la Última Crisis , 7ª Edición de Buenos Aires Argentina 1993
2. Ricardo Krebs Wilkens, Ximena Toledo O, Eduardo Zapater A.; Historia Universal Geografía General 1º Medio, Editorial Universitaria, Duodécima Edición Santiago, Chile 1995.
3. Polibio de Megalópolis, Las historias de Polibio; Libro III; Traducción de Genaro Godoy A. Ediciones de la Universidad de Chile, Editorial Andrés Bello, Santiago 1970.
4. Raúl Buono-Core V. Roma Republicana: Estrategias, Expansión y Dominio (525 – 31 a.C.) Ediciones Universitarias de Valparaíso de la Universidad Católica de Valparaíso, 2002
5. Nicolás Maquiavelo El Príncipe .Editorial Sarpe España, 1983
6. J. Toutain La Evolución de la Humanidad, Tomo XXII La Economía Antigua. Primera Edición en >>Español Editorial Unión Tipográfica Hispano Americana. México 1959
7. Plutarco, Vidas Paralelas Volumen II Tito Quincio Flaminino Editorial Iberia S:A. Barcelona España 1959.
[1] M. Rostovtzeff, “Roma de los Orígenes a la última Crisis”. Editorial Universitaria de Buenos Aires EUDEBA, 1993, p51.
[2] Polibio. Op. Cit. p 27.
[3] Ibidem. 277 - 287
[4] Raúl Buono-Core V. Ibíd. pp. 39 -40
[5] Ibidem.
[6] Ibidem.
[7] Ibíd. Pp. 81-82
[8] Ibíd. pp. 82 – 83.
[9] Ibíd. pp. 84
[10] Ibidem.
[11] Nicolás Maquiavelo El Príncipe .Editorial Sarpe España, 1983 p.105
[12] J. Toutain La Evolución de la Humanidad, Tomo XXII La Economía Antigua. Editorial Unión Tipográfica Hispano Americana. México 1959 p 209
[13] Plutarco, Vidas Paralelas Volumen II Tito Quincio Flaminino Editorial Iberia S:A. Barcelona España 1959 P 229



El Equipo de Investigación.
Francisco Castro
Juan Pablo Fuentealba
Roger Silva

[1] Ricardo Krebs Wilkens, Ximena Toledo O, Eduardo Zapater A.; Historia Universal Geografía General 1º Medio, Editorial Universitaria , Duodécima Edición Santiago, Chile 1995, P 62

domingo, 3 de febrero de 2008

La Subjetividad de la Transición

El Miedo, el factor determinante.
Análisis del boinazo, una jornada que marcó la transición a la democracia en Chile.

Introducción.

El día cinco de octubre de 1988, se inicia en Chile, la transición a la democracia, del gobierno dictatorial encabezado por Augusto Pinochet, al de la Concertación de Partidos por la Democracia, que asumiría el poder el 11 de marzo de 1990; teniendo como líder al Demócrata Cristiano Patricio Aylwin.

La transición ahí iniciada muchos la han catalogado de pactada, por las negociaciones que hubieron entre el régimen saliente y la oposición, que llevaron a plebiscitarlas en mayo del año 1989.

Cuando la Concertación de Partidos por la Democracia asume el poder en 1990, sabía que tenía que lidiar con las trabas institucionales que había colocado el régimen en la Constitución, que hizo aprobar en 1980, como: los Senadores designados, el Concejo de Seguridad Nacional (compuesto por los militares, con carácter resolutivo), la inamovilidad de los Comandantes en Jefe de las Fuerzas Armadas y de Orden, la ley de amnistía para los delitos de derechos humanos que dejaban un mínimo margen de acción a las nuevas autoridades elegidas, el modelo de desarrollo económico neoliberal etc.
Es así como se configura el gobierno de Patricio Aylwin, con un margen de maniobra muy reducido y así lo entendieron algunos miembros de la oposición como Andrés Allamand que convocan y configuran la “democracia de los acuerdos” que consistía en la negociación permanente entre gobierno y oposición, pero sobre todo en materias que los dividieran profundamente, esto es para proteger la transición.

“El silencio (de la transición), sin embargo, parece ser mucho más profundo. La transición desde sus comienzos en 1988, ha estado condicionada por la discreción la reticencia y la elipsis. Si el mutismo es el saldo que arroja la transición chilena, no es porque ésta sea especialmente efectiva, sino porque, desde un comienzo, lo que se ha propuesto es pasar lo mas desapercibida posible, al punto que no se pregunta si es tal “[1]
Lo que nos dice Jocelyn Holt arriba es lo que tratamos de demostrar, que la transición a la democracia se hizo de una manera demasiado prudente, que la sociedad chilena no cambio, los enclaves autoritarios anteriormente mencionados a la fecha (año 2000) continuaban, algunos hasta el día de hoy 2007 continúan.

En la transición también hubo hechos que elevaron la tensión entre las partes (Concertación V/S partidarios del régimen militar, Ejército, encabezado por Pinochet) que muchas veces se pensó que podían poner en riesgo la transición o la democracia, el que vamos a analizar en este trabajo, se trata del “Boinazo”, un hecho ocurrido el día 28 de mayo de 1993, que encendió las alarmas de un posible fracaso de la transición y movilizo a todo el gobierno y la clase política concertacionista, para evitar que esto ocurriera.
Pero no nos engañemos aquí no vamos analizar la cronología del Hecho, sino su lado subjetivo, del sentimiento humano, del MIEDO, que causo en muchas personas que la naciente democracia se pueda ver quebrantada y sus vidas amenazadas por este hecho.

[1] Alfredo Jocelyn Holt: Espejo Retrovisor; Editorial Planeta/Ariel, Santiago de Chile, año 2000, capitulo VIII, pagina 123. (el paréntesis es mío)
El Miedo, el factor determinante.
Análisis del boinazo, una jornada que marcó la transición a la democracia en Chile.

El “Boinazo”, ocurrió el día 28 de mayo de 1993, consistió en que grupos paracaidistas y de fuerzas especiales del Ejército rodearon el edificio de las Fuerzas Armadas con sus boinas negras (de ahí boinazo). Esta alarma militar, se desató en protesta por los “pino-cheques”, y la inminente falló adverso en la justicia para Augusto Pinochet Hiriart; “por haber recibido tres millones de dólares del Ejército por concepto de la venta irregular de la empresa de armamentos. -noticia entregada en exclusiva por el diario La Nación esa misma mañana- motivaron la asonada”[1].

Como dije más adelante, este fue un choque de fuerzas de manera dialéctica entre el nuevo poder democrático y el ejército, bastión de poder del General Augusto Pinochet, así lo refleja la columna de María Eugenia Oyarzún[2]
Esta dice así “alguna vez el general Pinochet hizo una analogía, diciendo que el Ejército es como un “león dormido”, que reaccionaban solo cuando lo molestaban”, es decir el ex dictador advertía al poder político, que se estaba metiendo en un lugar donde no le correspondía, estos son materias del Ejército y en especial de la familia Pinochet.

Pero algunos políticos no querían respetar este acuerdo y seguían con intentos de investigar los actos que habían ocurrido con anterioridad al 11 de marzo de 1990, es un ejemplo lo hecho por el entonces diputado de la Concertación Jorge Schaulsohn “estos documentos acreditan de manera fehaciente que el general Augusto Pinochet tenía conocimiento pleno de la situación planeada por el en la venta de la empresas de armamentos “Valmoval” al Ejercito de Chile[3] .
Al correr de esto, como era de esperarse ante los ataques del nuevo oficialismo, el poder fáctico que era el Ejército reacciono demostrando su fuerza.
Si voy analizar el miedo, en este hecho histórico de la transición, me detendré a hacer un análisis de las fuerzas que aquí actuaban, por una parte estaba el Ejercito con Augusto Pinochet, el poder empresarial que se vio beneficiado con su gobierno, la votación obtenida en el plebiscito; por otro lado la Concertación de Partidos por la Democracia, contaba con el poder político legítimamente ganado, el prestigio de la comunidad internacional, por haber derrotado a una dictadura “con las armas de la paz”. Así se desarrolló la transición chilena a la democracia.
El boinazo se enmarca dentro de esta lucha, la Concertación tratando de investigar las irregularidades y el ex dictador movilizando sus fuerzas para evitar una investigación que pueda afectar sus intereses.
“Hobo algunos políticos nerviosos por el despliegue del Ejercito, pero si bien la acción militar no alcanzó a “constituir ejercicios de enlace”, al menos fue una inequívoca señal hacia La Moneda y el Parlamento sobre el sentir de esa rama de la Defensa”. [4]
El sentir de esa rama de la Defensa nacional sentía la provocación del sector político, como desafiante a involucrarse en cosas que a ellos no les parecían de su incumbencia, es por esto que se lanza esta advertencia, que cae como un balde de agua fría, para los políticos recontándoles el poder de “ese león dormido”
El Ministro Secretario General de Gobierno de ese tiempo Enrique Correa, señalo que si se percibió el viernes 28 de mayo “un movimiento en el ejercito que pudiéramos llamar inusual”[5] , es decir la preocupación era evidente, se generaron reuniones de emergencia, y también el Vicepresidente de ese entonces[6] Enrique Krauss advirtió que “las relaciones con el Ejercito son objetivamente tensas”[7].
Aquí podemos decir que el León despertó y las autoridades trataron de comenzar a controlar la crisis, primeramente en secreto, es por eso que Enrique Correa niega las negociaciones con el Ejército para luego reconocerlas.
“No hay negociación entre el Ejecutivo y el Ejército”[8], es decir se niega primeramente el estado de crisis, aquí va una pregunta que se le hace al mismo ministro, ¿Por qué el Ejército, dictó estado de alerta en sus unidades?; El Ejército ha desmentido formalmente tales estados de alerta, nos atenemos a su explicación[9].
Aquí se quería dar señales al país de que todo estaba bajo causes normales, de que todo estaba normal pero lejos de eso, estaba los parlamentarios de la Concertación; por ejemplo Mario Papi, Presidente de la Social Democracia, declaro que: “si la situación fue en realidad un acuartelamiento le parecía “grave y preocupante”[10], porque agrego que los canales institucionales por donde se dirigen y dirimen los conflictos tienen que estar funcionando, así coincidió: Gutenberg Martínez, Germán Correa, ambos dirigentes de los dos más grandes partidos de la Concertación, la Democracia Cristiana y el Partido Socialista respectivamente.

Pero otros dirigente de la Concertación comenzaron a reconocer que la situación es anormal; Jaime Estévez (PS) declaró a La Segunda “Es evidente que se ha quedo dar una señal”; “es una curiosa coincidencia que cada vez que sale a la luz el tema de los “pino-cheques”, tengamos movimientos raros”, que estos son hechos desproporcionados que generan alarma pública.” Es decir aquí se reconoce que la situación es anormal, que se estas viviendo horas criticas, desde el exterior Aylwin descarta que la transición corra peligro, y deja todo en manos de su Vicepresidente Krauss[11].
Dentro del gobierno se han destacado versiones de un nuevo “ejercicio de enlace “, ello sin ninguna confirmación[12]
En estos párrafos podemos ver que la tensión iba aumentando, se reconoce el miedo, se reconoce la anormalidad, se acepta que existe inquietud en el Ejército, que hay que actuar, es decir la relación de tirante entre Gobierno y la institución castrense no puede seguir así
Las Fuerzas del Ejército además tenían miedo de una reforma que venía en trámite a la cual el gobierno insistía, en que el Presidente de la República en su calidad de jefe de Estado podía llamar a retiro a sus oficiales con la venía de su Comandante en Jefe, lo cual según ellos iba a politizar sus instituciones.
Es decir en el análisis que llevamos hasta aquí podemos ver, como los factores que atemorizaron, que cundió el miedo, es por esto que actuaron rápidamente los actores implicados como analizaremos más adelante, es decir se movilizó todo el gobierno, Enrique Correa que estaba de gira regional vuelve raudamente a Santiago, los políticos (de ambos sectores) se sentaron a discutir sobre lo que estaba pasando, para poder normalizar las cosas y negociar con el “León Dormido”, además se suman otros casos que implican una crisis en la Derecha debido al espionaje que fueron victimas Evelyn Mathei (RN) y Sebastián Piñera (RN), que acumularon una tensión, que no estaba teniendo las válvulas de escape necesarias y que en cualquier momento podía estallar.

El general Pinochet prosiguió con las amenazas pero de manera simbólica, mientras un grupo de estudiantes protestaba en las afueras del edificio de las Fuerzas Armadas, e insistían en dejar una carta para el Comandante en Jefe del Ejército, “este visitó unidades militares que se encontraban en alerta, así como la Escuela Militar, el Comando de Telecomunicaciones, la Escuela de paracaidistas y Fuerzas Especiales y los regimientos Tacna y de Caballería Blindada Los Libertadores.
Posteriormente llego a la Escuela Militar, cerca del Mediodía. Allí la revisó las tropas después que fue izada la bandera de cinco estrellas correspondiente a su investidura de Capitán General”[13].
La revisión de las tropas y recorridos rápidos y raudos por todas las unidades del Ejército son cosas que habitualmente no se hacen, en una columna del diario La Tercera, temía por una posible repetición del “ejercicio de enlace”, que consistió en una acuartelamiento “grado 1”[14] de todas las unidades de la institución, por la furia de Pinochet que estaba siendo investigado ya por los negocios de su hijo y las violaciones a los derechos humanos y esto último agotó su paciencia.[15]
Uno de los principales asesores el Coronel ® Cristián Labbé, emitió declaraciones al diario La Nación[16] , “lo ocurrido en la sede de la Comandancia e Jefe del Ejército fue un “téngase presente”, a los sectores políticos, “que abusan a mi juicio, de la actitud estoica, paciente de las Fuerzas Armadas”, podemos recoger de las palabras de este militar en retiro y ex ministro de Pinochet, sí, cuidado, los militares están molestos con los políticos que había que reaccionar ante las provocaciones por las investigaciones que se estaban realizando a las operaciones institucionales y a la insistencia del gobierno por reponer una indicación que modifica la Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas, que había sido rechazada por los Comandantes en Jefe y el General Director de Carabineros, se puede sumar a las reacciones por este suceso las hechas por la Iglesia Católica a través de sus máximas autoridades en Chile, el Cardenal Carlos Oviedo , que el no desconfía de las Fuerzas Armadas, y evito referirse a los sucesos del viernes pasado, pero si reaccionó Monseñor Cristian Caro que dijo “que la falta de claridad y transparencia con que actuó el Ejercito, es lo peor cuando no hay conocimiento de las cosas, hay canales normales para presentar las inquietudes en el país en una república”, Andrés Allamand en ese entonces Presidente de Renovación Nacional también declara que el “Desencuentro con el Ejército debe canalizarse”[17].

Es aquí donde se da cuenta de que la normalidad institucional estaba lejos por llegar, había inquietud y desconfianza misma entre los actores que vivieron esta transición, además por todas las reacciones de carácter institucionales (gobierno, Fuerzas Armadas, Iglesia Católica, partidos políticos) que suscitó este hecho estamos lejos de decir que fue un suceso menor dentro de nuestra transición, sino que verdaderamente fue un choque, que se canalizó de manera rápida, pero que sembró inquietud en la sociedad chilena de ese entonces.
En la prensa de relata que en el gobierno de vivieron horas tensas y agitadas, se vio entrar raudamente al diputado socialista Jaime Estévez, el Senador Ricardo Núñez, que declaran que cuando hay algo anormal en el edificio de las Fuerzas Armadas, coincida con noticias de los Pino-cheques.

Ascanio Cavallo un conocido periodista, autor de dos libros sobre el régimen militar y la transición en una columna para el diario La Época escribió: “la tensión no ha sido nueva ni novedosa, se venía arrastrando por meses, con una diversidad de fuentes y argumentos, lo que se produjo el viernes fue una “cristalización”, una conjunción de factores previsibles y azarosos, ante los cuales el mando militar se sintió hostigado y provocado”[18].
De la cita anterior, puedo afirmar que el boinazo, fue una válvula de escape de los mandos militares, hacía el poder civil, es decir prefirieron lanzar una advertencia, antes que una acción militar mayor que pudiera perjudicar a la institución, o más que a la institución, muchas veces la “casería de brujas” hacía Pinochet y su núcleo cercano, además de agentes de la Dirección de Inteligencia Nacional, y es por eso que se sentía con miedo y no dejó la institución posterior al cambio de mando de 1990, ya que se podrían abrir procesos en su contra y mantuvo el cargo para usar al Ejército como su último bastión de mando protector que podría permitirle negociar con las nuevas autoridades.
En tanto también hubo maniobras de distracción, el diario de mayor circulación, nacional, pero sabido que es ligado a los sectores empresariales y fácticos del periodo y sus principales titulares todos los días fueron que todo estaba bajo control y que eran exageraciones del poder civil por ejemplo:

“Ola de Rumores por Conferencia de Generales”[19]
Hay estado de absoluta normalidad en el país, revelan todas las fuentes.

El diario anteriormente citado, también nos dice, que se creo un ambiente anormal por una habitual reunión de generales, que las medidas y el pánico generado, solo habían sido reacciones, de tipo histéricas.

Analizando y además por todos los antecedentes entregados durante este trabajo, responden mi pregunta de investigación, hubo miedo por ambos lados, como dice Ascanio Cavallo en su columna en la Época, la tensión estuvo de mucho antes, yo afirmo que esa tensión estuvo desde mucho antes, partiendo cuando se produjo el cambio de mando, y las acciones como el boinazo que analice aquí en mi trabajo son válvulas de escape, para negociar bajar la tensión, porque una acción militar, podría costar mucho y ese es el miedo, para ambos sectores, para la Concertación haber fracasado en su intento de conducir la transición de manera exitosa, además del exilio o represión de sus dirigentes, pero además estaba la deuda moral con el hacer justicia que la empujaba a presionar a los sectores militares, estos últimos tenían miedo de que la pérdida de poder, condujera a la oposición a abrir juicios en contra de Pinochet y de los oficiales de Ejército, o la derecha que representaba sus intereses perdiera en el parlamento y se pudieran empezar a hacer reformas que destruyeran el legado institucional o la obra del régimen militar.


Conclusión.

La transición chilena a la democracia, no estuvo exenta de sobresaltos y tensiones, el Boinazo que analizamos en este trabajo es uno de esos tantos eventos que hicieron a las autoridades y al poder militar sentarse a la mesa y negociar.

La transición la definimos como un choque dialéctico entre dos fuerzas antagónicas, las del régimen saliente que querían mantener los privilegios pactados (ya lo detallamos ampliamente en el trabajo) y la Concertación que tenía que cumplir con lo prometido y con las aspiraciones de los votantes.
Es así como se dio el proceso dialéctico, entre estas dos fuerzas antagónicas que tenían sus aprensiones, desconfiaban los unos de los otros porque en cualquier momento podía perjudicarse o un actor asumiera más poder y pusiera en desventaja al adversario.

Es así que tomamos para analizar la coyuntura del Boinazo que ocurrió el 29 de mayo de 1993, cuando el Presidente de entonces Patricio Aylwin se encontraba de gira por los países nórdicos y Rusia, se puso en jaque a la clase política del momento, al vicepresidente Enrique Krauss y a toda la Concertación, es en estos instantes donde el miedo en su forma más humana se apodero de estos actores y los hizo transar en bien de la “gobernabilidad y la estabilidad democrática”, es por eso que puedo afirmar finalmente que el miedo de ambas partes llevo al pacto y a las negociaciones para que estos hechos no interrumpiera el proceso de transición y tampoco pusieran en jaque el equilibrio de poder.


[1] http://es.wikipedia.org/wiki/Boinazo
[2] Maria Eugenia Oyarzún, Columna en el Diario La Tercera del 30 de mayo de 1993.
[3] La Tercera 29 de Mayo de 1993.
[4] La Tercera, 30 de mayo de 1993.
[5] La Nación 30 de mayo de 1993.
[6] Recordemos que Patricio Aylwin, Presidente de la República en ese entonces se encontraba de gira por Europa y Asía
[7] La Nación, 31 de mayo de 1993.
[8] La Tercera, 30 de mayo de 1993.
[9] Ídem.
[10] La Tercera, 29 de Mayo de 1993.
[11] La Segunda, 28 de Mayo de 1993.
[12] Ídem.
[13] La Nación, 30 de mayo de 1993
[14] Este grado significa, que ningún efectivo puede retirarse de su lugar en el regimiento, ¡hasta nuevo aviso!
[15] La Tercera, 29 de mayo de 1993.
[16] La Nación, 30 de Mayo de 1993.
[17] Ídem.
[18] La Época, 30 de mayo de 1993.
[19] El Mercurio, 29 de mayo de 1993

viernes, 1 de febrero de 2008